Elogio del silencio
Silencio porque ningún comentario es pertinente.
Silencio por miedo a alzar la voz y decir algo tonto.
Silencio para escuchar.
Silencio para no cansar a la audiencia con la voz.
Silencio porque no hay necesidad de entretener y fingir.
Silencio porque me duele la garganta.
Silencio porque sigo buscando.
Silencio porque realmente no sé qué podría decir.
Noche oscura. Desierto. Adivinando, anticipando la existencia de la fuente… aunque sea de noche.
Las etapas de silencio son fundamentales en la vida creativa. Abstenerse permite sentir más, observar más. Medirse. El silencio no es el fin del mundo. Es un ejercicio sumamente útil, especialmente para los muy habladores. Tomar la palabra como responsabilidad. Tomar la palabra, pero no para decir obviedades. Tomar la palabra, porque el silencio ya no era una opción.
Sucede a veces que el silencio se extiende por décadas. Tal vez esté bien, tal vez no sea necesario tener cuatro tomos de obras completas. Puede que baste un poema o un cuento o incluso una sola palabra en el momento adecuado. O incluso los labios entreabiertos, el aire aplastando el pecho, el aire atascado en la garganta. Y nada más.
